Para desarrollar un plan de gestión forestal sólido para el futuro, es necesario comprender las interacciones entre el crecimiento de los árboles, los factores de riesgo de daños locales y el cambio climático. Por lo tanto, para ayudar a los gestores forestales a equilibrar las compensaciones entre la maximización del rendimiento forestal y la minimización de los riesgos de los daños causados por el viento y la nieve, a principios de 2020 se puso en marcha el proyecto MARCSMAN o «Maximización de la resiliencia y el secuestro de carbono en los bosques gestionados de pícea de Noruega», dirigido por NIBIO (Norsk Institutt for Bioøkonomi) o el Instituto Noruego de Bioeconomía, y se prolongará hasta finales de 2023.
La gestión forestal sostenible desempeña un papel fundamental en las estrategias de mitigación del cambio climático. Esto se debe al potencial de secuestro de carbono de los bosques y a su suministro de materias primas que pueden sustituir a materiales con mayor huella de carbono.
En algunos países, como en Noruega, se prevé que la temperatura media aumente más que la media mundial, por lo que es probable que las condiciones para el crecimiento de los bosques cambien considerablemente hacia finales del siglo XXI (Tveito 2014). Aunque estos cambios pueden ser beneficiosos para el crecimiento de la pícea en la mayor parte de Noruega, el cambio climático también puede hacer que los bosques sean más propensos a los daños bióticos y abióticos. Una temperatura favorable puede aumentar la productividad y hacer que los árboles alcancen antes las alturas críticas, siendo así más vulnerables a los daños del viento. Con un clima más cálido, la disminución de las heladas en el suelo y el aumento de la humedad durante el invierno pueden hacer que los árboles sean más susceptibles al desarraigo (Kamimura et al. 2021). Además, se espera que una mayor frecuencia de fuertes precipitaciones durante los inviernos suaves aumente la carga de nieve sobre los árboles en algunas regiones (Tveito 2014). Por lo tanto, el riesgo de que el viento y la nieve se rompan en gran medida puede contrarrestar el aumento de la productividad derivado de las condiciones de crecimiento favorables.
En Europa, se ha calculado que el viento ha causado alrededor del 50% de todos los daños forestales durante un periodo de 50 años (Schelhaas et al. 2003). En el caso de la tormenta Gudrun, ocurrida en el sur de Suecia en 2005, las pérdidas económicas directas e indirectas se estimaron muy por encima de los 2.000 millones de euros (Gardiner et al. 2010). Por lo tanto, incluso una ligera reducción de la gravedad de los daños causados por golpes de viento o caídas de nieve en los rodales de abeto conducirá a considerables beneficios económicos para el sector forestal.
La probabilidad de que se produzcan estos daños depende del clima local, de las condiciones del lugar y de la topografía, así como de las propiedades de los árboles que están determinadas en gran medida por la densidad, como su conicidad, el tamaño de la copa y el tamaño y la estructura de las raíces. Por lo tanto, para maximizar el potencial biológico de un bosque para capturar la mayor cantidad de carbono posible y, al mismo tiempo, mantener y/o aumentar la resiliencia de las masas forestales, es crucial una gestión adecuada de la densidad, adaptada a las condiciones topográficas locales y a los factores de riesgo climático.
MARCSMAN pretende facilitar una estimación más precisa de la productividad real, el equilibrio con la resiliencia, así como el potencial de captura de carbono de los bosques noruegos en un clima cambiante. El proyecto también pretende proporcionar a los gestores/propietarios de bosques y a otras partes interesadas en el sector forestal herramientas para reducir el riesgo de pérdidas catastróficas derivadas de fenómenos meteorológicos extremos. Para lograr estos objetivos, los socios del proyecto aplicarán una combinación de enfoques tradicionales y novedosos, que van desde la modelización empírica, basada en amplios conjuntos de datos procedentes de ensayos de campo a largo plazo e inventarios de rodales, hasta el uso de análisis de datos avanzados derivados de plataformas de teledetección y nuevas herramientas de aprendizaje automático.
Los resultados del proyecto servirán así como base de conocimientos y referencia para una futura ampliación, y promoverán el debate entre las partes interesadas sobre cómo gestionar los bosques de forma óptima para el secuestro de carbono y la creación de valor, reduciendo al mismo tiempo el impacto negativo del cambio climático.
por: Hubert Cosico (IEFC)